Nació en Cuba y vino a nuestro país para quedarse; ahora se baila de península a península.
Navegando en ligeros vaporcitos, de Cuba llegó y en México se quedó: el danzón. El Angola y el Dahomey fueron regando por las costas del Golfo de México el delicioso e innovador ritmo, aún con resabios de contradanza, habanera y otras danzas populares. Tenía un aire europeo y aristocrático y llenó los elegantes salones de Puerto Progreso, en Yucatán, donde la clase alta lo danzaba separado de la pareja, con arcos de flores, semejante a la contradanza.
Elegantes damas y almidonados señores lo exigían en las fiestas privadas, juegos florales o saraos de carácter político o patronal.
Es Miguel de Faílde y Pérez quien lo define, le da la forma al danzón tal como lo conocemos ahora. Lo libera de la rigidez y por fin se da el contacto cuerpo a cuerpo al bailarlo.
A su llegada a Yucatán las elegantes familias le abren las puertas con gran regocijo.
Tan pronto las partituras llegaron al puerto de Veracruz a través de los barcos mercantes, empezaron a formarse danzoneras que ejecutaban el danzón con un muy peculiar estilo veracruzano. Entre las danzoneras que empezaron a destacar podemos nombrar a la de Severiano y Albertíco, a la de los Chinos Ramírez, la Danzonera Pazos y la Banda de Marina del Puerto dirigida por Camerino Vásquez y Luis Cardona Rojas, quienes instauraron la costumbre de tocar danzón en el zócalo dos veces por semana, costumbre, que se volvió tradición y se conserva hasta nuestros días.
El término danzonera
Las orquestas dedicadas al danzón en Cuba recibirán el nombre de típica o charanga, según el lugar. En la parte correspondiente a Matanzas y La Habana, desde el principio se les conocía como charanga, siguiendo la costumbre francesa, propuesta y llevada a las islas por los músicos emigrados de Santo Domingo. Probablemente en Veracruz se les denominó danzonera por el enorme flujo de músicos, orquestas y, sobre todo, partituras de danzones cubanos y veracruzanos que los jarochos consumieron de 1903 a 1905, dejando a un lado cuanto género o ritmo apareciera, pues solamente el danzón se bailaba de cuerpo a cuerpo, por lo que era y es merecedor de todas las atenciones por parte de sus seguidores.
La danzonera aumentó paulatinamente su dotación instrumental incorporando, en la sección de maderas: saxofones altos, saxofones tenores y, en forma muy destacada, el saxofón barítono, sin menoscabo de emplear, ocasionalmente, el sax soprano; en los metales, se aumenta el número de trompetas y trombones y se sustituye el bombardino por el figle, actualmente en desuso. Persisten violines y el contrabajo, asimismo, las percusiones básicas de los timbales y el güiro que se complementan de ordinario con claves.
En 1879 el danzón comenzó a tomar arraigo popular en Veracruz.
El estilo creado por Miguel Faílde y Pérez, que los cubanos adoptaron como baile nacional y los veracruzanos convirtieran en baile de salón, por su cadencia y sabrosura, se hizo indispensable en todo tipo de jolgorios y guateques, tan propios de los jarochos.
"Hey, familia, danzón dedicado a…"
Una de las maneras tradicionales de comunicación entre los jarochos es el popular "¡quihubo, pariente!", forma coloquial derivada tal vez con los años hacia el "¡hey, familia!" entre los cultivadores del danzón. Sin embargo, quienes a fuerza de escucharlo generalizaron este grito fueron los tim-baleros, que voceaban los danzones dedicados por encargo del público; por supuesto, bajo la institucional retribución económica que siempre les ha caracterizado.
Los salones de la alta
1850 fue el año en que el ambiente de la "negritud" comenzó a formar parte fundamental de la contradanza en casi todos los puertos de la Cuenca del Caribe. Entonces el negro común de los mercados y los malecones pasó a tomar un lugar especial dentro de la música y el teatro, con obras y piezas populares como Tu madre es conga, Los ñañigos y Mandinga nova, entre otras, relacionando así a todos los tipos africanos: yorubas, minas, fulas, congos, lucumíes, carabalíes y mandingos (estos dos últimos prevalecieron en las costas cubanas), con la fusión de la contradanza, la habanera y el danzón, con el cinquillo, pulsación de cinco tiempos que se encuentra en casi toda la música de origen africano.
Con la presencia musical de la típica cubana es que se da el aspecto danzonario en Veracruz, principalmente en los salones de las clases acomodadas regidas por criollos europeos, dedicadas al comercio y a la agricultura de 1850 a 1890, ejecutando mazurcas, redovas, polcas, minués, contradanzas, habaneras, danzones y danzas mexicanas en elegantes salones como El Liceo, La Lonja Mercantil y El Centro Español, donde los dueños de las exclusivas membresías hacían honor a los fastuosos bailes conmemorativos de fechas ajenas al pueblo. Escenarios casi grotescos por el derroche de refinamiento que contrastaba con la realidad popular.
De Veracruz el danzón emigró a la ciudad de México donde ha evolucionado a lo largo de los años, manteniéndose vigente y en el gusto popular, alimentando la historia cultural de México con salones como el Salón México, o los ya tradicionales Salón Colonia, Los Ángeles o el California.
El salón México es sin lugar a dudas uno de los lugares más característicos y conocidos dentro de la historia del danzón, abrió sus puertas el día 20 de abril de 1920, tenía una sala de espejos y tres pistas de baile cada una clasificada según la clase social de quienes la utilizaban:
Mantequilla: la clase social más alta
Manteca: La clase media
Sebo: la clase más baja
Un dato curioso del salón México, dentro había un señor que por 20 centavos rociaba perfume “francés” sobre la pareja motivo por el cual se conoce la frase popular de “te echaste todo el veinte”
Otro lugar importante en la historia del danzón es el barrio de “la guaca” lugar en donde surgió el dicho popular: “el buen danzón se baila sobre un ladrillo”, frase que se dio debido a los concursos de danzón en los cuales la pareja ganadora recibía como premio un corte de tela para la mujer, con el cual ella confeccionaba un vestido para estrenar la próxima vez que saliera a bailar, y para el caballero un cajón de cerveza sobre el cual la pareja ganadora, después de terminar con la mencionada bebida, volteaba el cajón de 60 x 60 y bailaba un danzón demostrando así que eran los mejores y alardeando de su triunfo, fue aquí también donde nació la tan conocida frase de: Hey familia, danzón dedicado a..."
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